Hace unos años, el presidente venezolano Hugo Chávez organizó en Caracas una cumbre de la OPEP con el expreso objetivo de hacer subir los precios del petróleo. Para que se hagan una idea más exacta de sus fundamentos teóricos, me limitaré a repetir su argumento preferido para justificar la necesidad de hacer aumentar el precio del crudo: «un barril de cocacola, o de helado, o de agua mineral, cuestan más que un barril de petróleo». Cuando le intenté hacer entender que si subía el precio del combustible también subiría el de los demás productos que citaba, puesto que en mayor o menor medida dependen de costes energéticos, se limitó a echarme en cara en plena rueda de prensa que se notaba que estaba preocupado por el precio de los helados y que por eso tal vez me sobraban unos kilos de peso. Y acto seguido trazó una asombrosa teoría según la cual la persistencia de la deuda externa de países pobres justificaba que se utilizase el aumento del precio del petróleo para castigar a los ricos. No hace falta que les diga que tampoco quiso escuchar cuando se le dijo que los pobres serían los primeros perjudicados de sus maniobras.
Me ha venido ahora a la cabeza esta anécdota, a la vista de la ofensiva que ha lanzando Fidel Castro estos días desde su escondite secreto contra los biocombustibles, precisamente porque Estados Unidos ha decidido por primera vez empezar a renunciar al contaminante petróleo. El argumento de que dedicar una parte de la producción agrícola a generar etanol condena al hambre a millones de pobres del tercer mundo es sencillamente una falacia. Que el cambio climático provocado por el abuso de los combustibles fósiles está poniendo en peligro el futuro de la humanidad, no lo es. Y que Estados Unidos esté cambiando el rumbo de su esquema energético es una buena noticia para todo el planeta, aunque en la decisión del presidente Bush hayan pesado más los argumentos a favor de la independencia
energética que los ambientalistas clásicos. Será por eso que aquellos que utilizan el
petróleo como arma política se han sentido agredidos en sus intereses.
Columna de Enrique Serbeto, en el diario ABC de Madrid.
2 comentarios:
Soy productor agicola y creo que mientras se sigan encontrando nuevos nichos del mercado para nuestra produccion, mejor es así para nuestro pais. Pero tambien soy consciente que detras de estos temas con toda seguridad se deben estar escondiendo montones de cosas que nosotros no tenemos ni la mas remota idea.
Somos productores y vamos a seguir produciendo, por que es lo único que medianamente sabemos hacer, la política tiene otros intereses. Saludos, yure
La verdad aunque para nosotros como productores lo mejor seha la producctividad y rebtabilidad, no podemos tapar el sol con un dedo y decir que si como pises tercer-mundistas nos dedicamos a suplir las nesecidades de combustible fosil de grandes paises,condenaremos a más hambre ,pobresa,destruccion del medio ambiete y ecosistema que lo que actualmente hay. ¿Por que no nos basta con ser autosuficientes y producir combustible con el restante de la produccion?
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